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Aventuras en el tiempo

Parte III

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Un nuevo día comienza y los hermanos se encuentran navegando en internet.

–Dime, Daniel. ¿A quién te gustaría conocer el día de hoy? –Carlos pregunta sin apartar la mirada de la pantalla–, podría ser a Charles Darwin, Albert Einstein, Leonardo da Vinci…

–¡Quiero conocerlos a todos! –Daniel exclama dando pequeños saltos de emoción.

–Tranquilo, hermano, vayamos poco a poco –Carlos responde esbozando una gran sonrisa–. ¿Empezamos con Leonardo?

–¡Y luego quiero conocer a Darwin!

–Me parece bien, mañana visitamos a Darwin, pero hoy nos vamos a 1468 a Vinci.

–¿Pero Vinci no es su apellido?  –Daniel pregunta confuso.

–No, hermano –Carlos contesta sin dejar de sonreír–, da Vinci significa que nació en Vinci, es una ciudad cerca de Florencia.

–¡Pues, vamos! –Daniel incita dando una palmada en el aire.

 

Carlos apaga la computadora, camina hasta su armario, abre la puerta y remueve su ropa hasta que por fin encuentra la máquina del tiempo. Sin perder más tiempo, corre hacia su hermano y juntos ingresan el año al que quieren viajar.

–¿Estás listo, hermano? –Carlos pregunta después de verificar la fecha–, aprieta tú el botón.

–¿No nos cambiamos de ropa? –Daniel pregunta antes de apretar el botón–, ayer visitamos a Cristóbal Colón y las personas nos veían raro por nuestra ropa.

Carlos baja la vista y ve que su hermano viste un uniforme de su equipo favorito de futbol y él unas bermudas azules y una playera negra.

–Tienes toda la razón, ve a tu cuarto y cámbiate. Te veo aquí cuando estés listo.

–¡Qué bueno que guardamos la ropa de ayer! ¿No? –Daniel pregunta mientras corre a su cuarto para poder cambiarse.

 

En menos de cinco minutos, los dos hermanos se encuentran vestidos con ropa adecuada para regresar en el tiempo y Daniel, sin poder contener su emoción por más tiempo, aprieta fuertemente el botón. Al instante, un torbellino de colores se traga todo lo de su alrededor y cuando finalmente se detiene el movimiento, se dan cuenta de que se encuentran a mitad de una gran calle. En ambos lados se alzan casas de dos pisos construidas con piedra y techos de teja. Por la calle transitan varias personas, mujeres con sus largas faldas, hombres vestidos jubones elegantes y varios monjes en túnicas negras y al fondo, un predicador subido en una tarima gritaba las noticias a un pequeño grupo de personas ahí reunidos.

 

–¿Cómo encontraremos a Leonardo? –Daniel pregunta mientras mira emocionado su alrededor.

–Preguntando, hermano –Carlos responde en lo que llama la atención de un hombre que pasa por ahí–. Disculpa, ¿sabes en dónde puedo encontrar a Leonardo?

–¿Leonardo, el joven caricaturista? – el peatón responde–, lo pueden encontrar en la plaza central, siempre se encuentra observando la naturaleza a esta hora.

 

Antes de que Carlos pudiera agradecerle, el peatón continúa con su camino. Sin estar seguros de que camino tomar, los hermanos deciden caminar hacia el norte, siguiendo la calle, observando con detenimiento todo lo que sucede alrededor. Pasan por varios puestos comerciales que venden telas, frutas y especias y al final de la calle ven una plaza rectangular que al centro se encuentra lleno de árboles y pasto. A mitad del pasto se ve a un joven de unos dieciséis años observando a los pájaros que vuelan de un árbol a otro.  Los hermanos se acercan a él y se colocan a su lado.

 

–¿Tú eres Leonardo? –Carlos pregunta interrumpiendo al joven.

–Sí, soy yo –el hombre responde apartando la mirada de los árboles y viendo a los recién llegados –. ¿Ustedes quienes son?

–Yo me llamo Daniel y él es mi hermano Carlos. Estamos muy felices de haberlo encontrado.

–Y ¿de dónde vienen?

–Venimos del futuro, utilizamos una máquina del tiempo que encontramos en nuestro jardín –Daniel responde al instante.

–¡Venga, ya! ¿Y quieren que yo me crea eso?

–Por más extraño que parezca, mi hermano está diciendo la verdad –Carlos intercede–, puedes hacernos preguntas si no nos crees.

–¿De qué año dicen que vienen?

–Del año 2019.

–Y, ¿cómo es el mundo en el 2019?

–Es muy rápido todo, todos están en comunicación todo el tiempo y siempre ocupados –Carlos responde.

–Eso no me dice nada –Leonardo espeta sin estar muy convencido–. ¿Tienen alguna prueba?

–No, deje mi celular sobre mi escritorio antes de venir, a un lado de mi computadora –Carlos contesta decepcionado–, yo no tengo pruebas de que digo la verdad.

–¡Yo sí traigo algo! –Daniel exclama emocionado mientras se mete la mano en el bolsillo del pantalón–, no es lo más nuevo que hay pero puede servir.

 

Saca del bolsillo un pequeño Nintendo 3DS de color azul. Sin dudarlo extiende la mano y se lo da a Leonardo. Él, con cara de asombro toma el pequeño aparato electrónico, lo observa con detenimiento, comienza a apretar los botones hasta que termina encendiéndolo, la pantalla da un destello y un juego comienza. Leonardo asombrado, observa el aparato y mudo de la impresión lo regresa a su dueño.

–¿Qué es eso? –Leonardo pregunta al recuperar la compostura.

–Es una consola portátil, ahí puedo jugar mis videojuegos favoritos –Daniel responde mientras apaga la consola.

–¿Por qué quisieron venir a este tiempo? –Leonardo pregunta mientras regresa la mirada a las aves.

–Te queríamos conocer. ¡Eres uno de los pintores más famoso del mundo! –Daniel contesta de inmediato.

–¿De verdad?

–Y no sólo eso –Carlos añade de inmediato–, también llegaste a ser un gran escultor, arquitecto, escritor e inventor.

–¿Cómo saben tanto sobre mí? –Leonardo pregunta asustado.

–Como te dijo mi hermano, eres una persona muy famosa en el futuro y existen muchos libros sobre ti y tus inventos. De hecho una de tus pinturas es la más visitada de todos los tiempos.

–No me lo puedo creer –Leonardo comenta en voz baja–. ¿Saben cómo empezó todo?

–No, no tengo idea –Daniel responde mientras voltea a ver a su hermano.

–Vaya, yo pensé que sí sabían –Leonardo se lamenta.

–Todo empezó cuando le enseñaste tus dibujos a alguien llamado Piero –Carlos comienza a narrar–. Él se los enseñará a su amigo, el artista Verrocchio.

–¿Todo comienza con ser Piero? –Leonardo pregunta asustado–. Justo antes de que ustedes llegaran me vino a buscar y me pidió ver mis dibujos. Yo le dije que no, que me encontraba viendo a los pájaros. ¿Creen que dejé pasar mi oportunidad?

–No lo sé, no hay nada de eso en los libros ni en internet –Carlos responde después de pensar un rato.

–Muchachos, ¡muchas gracias por su ayuda! –Leonardo exclama antes de salir corriendo en búsqueda de ser Piero.

–Antes de que te vayas, déjame recomendarte otra cosa –Carlos interrumpe su partida–, acepta la invitación de Verrocchio. Aunque al principio tu trabajo será aburrido y tedioso, aguanta porque con tu maestro aprenderás de todo.

–¡Muchas gracias por toda su ayuda! –Leonardo grita mientras se aleja de los hermanos–. ¡Espero no se equivoquen!

 

Los dos hermanos se quedan viendo como Leonardo se pierde en la distancia y algo decepcionados, comienzan a caminar por la plaza.

–¿Esto fue todo? –Daniel pregunta sin dejar de caminar.

–Parece que sí.

–Fue algo corto y decepcionante, me gustó más conocer a Cristóbal Colón.

–No seas tan negativo, Daniel –Carlos lo intenta animar–. Velo de la siguiente forma, nosotros dos ayudamos a que Leonardo pueda ser el inventor y pintor famoso que todo el mundo conoce.

–¡Oye! No lo había pensado de esa forma –Daniel dice alegre–, no fue mucho tiempo, pero hicimos mucho.

–¡Así me gusta! –Carlos exclama mientras le da una palmada en la espalda a su hermano–. Yo creo que ya es hora de regresar a casa.

–La ventaja de tener una máquina del tiempo es que siempre podemos regresar y visitar a Leonardo de nuevo.

–En eso tienes razón –Carlos responde mientras saca la máquina del tiempo y coloca la fecha de regreso–, nos vamos a casa.

 

Daniel le la da la mano a su hermano y juntos aprietan el botón rojo. En un breve instante regresan al cuarto de Carlos, guardan la maquina del tiempo en el armario, regresan la ropa del siglo XV al escondite y se visten con la misma ropa que llevaban unos momentos antes. Sin esperar mucho más tiempo, Carlos prende su computadora y comienza a buscar información sobre Leonardo da Vinci.

–Mira, hermano. ¡Leonardo lo logró! Alcanzó a Piero y fue aprendiz de Verrocchio.

–Y todo gracias a nosotros –Daniel comentó emocionado.

–Así es, Daniel. Ahora piensa en que personaje te gustaría conocer. ¡El día de mañana partimos en una nueva aventura!

 

FIN

 

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Aventuras en el Tiempo Parte III © Diego Diz Rodríguez

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