Reina una tranquilidad usual en un gran bosque en las afueras de Stuttgart, Alemania. Los pájaros graznan, se ven pequeños animales recorrer su camino entre los árboles y el Sol se encuentra en su apogeo. En una parte del bosque, los árboles terminan y aparece un gran claro. No es un espacio vacío, sino que el terreno está formado por una gran extensión de pasto verde; al centro, una casa de madera de cuatro pisos. Hay dos piscinas en la parte posterior, entre la casa y un bungaló al fondo del claro. Un camino empedrado atraviesa el pasto, uniendo las albercas con las casas. La morada posee unos grandes ventanales que van del piso al techo y una terraza en el segundo piso con un par de sombrillas y dos hamacas.
Dentro de la casa reina la misma tranquilidad que en el exterior, solo se escucha el ruido de una cortina de agua que se encuentra detrás de las escaleras principales; estas se encuentran construidas por completo de mármol y tienen forma de caracol. El agua cae desde el cuarto piso de la casa hacia un pequeño estanque iluminado con luces. Las escaleras se encuentran al fondo de un gran hall; es un espacio amplio y bien iluminado. El piso es del mismo material que la escalera, pero de un tono más oscuro.
A mitad del hall, un pequeño punto de luz aparece y se va haciendo grande conforme va transcurriendo el tiempo. Cuando el punto de luz alcanza un gran tamaño, una persona sale de él, parándose en el centro del cuarto. La persona viste de manera extraña, su cuerpo se encuentra cubierto con un traje gris opaco y en las articulaciones se puede observar otra tonalidad de gris. Una pistola cuelga de su cinturón y sobre las manos y los pies tiene unos botones rojos. Su cabeza está cubierta por un casco del mismo tono de gris que el traje, salvo por el visor que es de vidrio templado y polarizado; a la altura de las sienes hay dos botones rojos. Sin decir nada, la persona sube sus manos y toca los círculos rojos del casco y sin mayor aviso, el visor de vidrio se retrae hacia los lados y el casco empieza a subir dejando la cara expuesta. Después de un par de segundos, el casco había desaparecido por completo. Su pelo rojizo, por primera vez se encuentra alborotado. De manera inconsciente, pasa una mano para tratar de acomodarlos, pero no tiene éxito. La persona voltea a su alrededor y esboza una leve sonrisa.
–¡Diego! ¡Katherine! –la persona grita lo más fuerte que puede.
A los pocos segundos, una de las puertas laterales del hall se abre y Diego sale de ella con un plato en la mano y masticando algo de comida.
–¡Vaya, vaya! –Diego exclama al ver a Aiden–, sabías que Iron Man es rojo ¿No?
–No soy Iron Man, lo que pasa es… No, no es momento para tus bromas ni tus comentarios sarcásticos, Diego –Aiden exclama molesto–, necesito de su ayuda. ¿En dónde esta Katherine?
–Está practicando con las espadas –Diego responde–, dudo mucho que te haya escuchado.
Sin contestarle a Diego, Aiden camina hacia la escalera y empieza a subir cuando Katherine se asoma desde el tercer piso y ve a su amigo desde arriba.
–No sabía que Batman nos iba a visitar –Katherine comenta riendo –. Pero Aiden, Batman viste de negro y usa capa.
–Katherine, te lo digo en serio –Aiden comenta con voz seria–, ya no pases tanto tiempo con Diego, estás copiando sus malos hábitos.
–Bueno, ¿no que necesitabas nuestra ayuda? –Diego pregunta frunciendo el ceño.
–Sí, estaba haciendo un trabajo en Duin que parecía fácil pero…
Antes de que pudiera terminar la oración, dos perros metálicos atraviesan el círculo de luz que sigue abierto y corren ágilmente hacia Diego. Él se queda congelado unos instantes por el asombro pero alcanza a reaccionar al último instante, lanzándose hacia un lado y esquivando las letales fauces del can.
–¡Siempre se cierran los portales después de usarlos! –Diego exclama molesto mientras hace aparecer su espada, Curzak, en su mano.
–Tu espada no les hará nada a estos ciborgs –Aiden advierte mientras desenfunda una pistola de su cintura.
–Ya veremos eso –Diego comenta con una sonrisa salvaje en el rostro mientras eleva su espada y asume una posición defensiva.
El perro metálico que intentó morder a Diego derrapa en el piso de mármol, dando una vuelta de 180 grados y emprende de nuevo la carrera para atacarlo de nuevo. Pero en esta ocasión, Diego se encuentra listo para defenderse. Separados por pocos metros, el perro da un salto con las garras metálicas hacia delante y las fauces abiertas. Al último segundo, Diego da un paso veloz a su derecha y blande su espada hacia abajo, cortando las patas delanteras del perro.
–¡Que mi espada no le haría nada! –Diego exclama victorioso.
–No cantes victoria antes de tiempo –Aiden comenta en lo que dispara un pequeño pulso electromagnético al otro perro.
Diego fija su mirada en el perro que lo acaba de atacar y asombrado ve como las patas delanteras se le vuelven a unir al cuerpo. Antes de que el ciborg pudiera incorporarse de nuevo, Aiden acciona de nuevo su pistola y otro impulso electromagnético sale de ella, dándole de lleno a otro de los canes.
–¡Necesito una cosa de esas! –Diego comenta mientras ve los dos cuerpos inmóviles en el suelo.
–Aún no terminamos con ellos –Aiden exclama mientras corre hacia los perros–, tenemos que interrumpir el flujo de corriente.
–¿Y eso cómo se hace? –Diego pregunta atónito.
Aiden ignora la pregunta de su amigo, se hinca a lado del cuerpo metálico y utiliza como palanca una daga que se ha materializado en su mano y con ella levanta una tapa localizada en el pecho del perro; debajo de la cual hay una serie de cables y circuitos. Aiden, sin dudarlo coloca la daga bajo los cables y los corta de un solo jalón. Al terminar con el primer ciborg. Se gira y repite el proceso con el segundo can.
Una vez desactivados, Aiden se levanta pesadamente y mira fijamente a Diego que se quedó inmóvil durante todo ese proceso.
–De esa manera se deja fuera de combate este tipo de perros –Aiden responde entre jadeos.
–¿Qué es lo que acaba de pasar? –Katherine pregunta al llegar al hall y ver los cuerpos metálicos de los perros inertes en el suelo.
–Es de lo que les quería hablar –Aiden empieza a contar–, estaba en Duin y…
–¡Cierra el portal! –Diego interrumpe agresivamente–, no queremos que vuelva a salir otra cosa que quiera acabar con nosotros.
Aiden clava la mirada en Diego y sin moverse, el círculo de luz desaparece de la casa de Diego.
–¿Satisfecho? –Aiden pregunta molesto.
–Mucho mejor –Diego responde esbozando una sonrisa–, puedes continuar.
–Me encontraba en el mundo Duin –Aiden continúa soltando un largo suspiro–, un grupo de rebeldes se puso en contacto conmigo y me pidió ayuda.
–¡Qué raro! –Diego interrumpe–, Aiden viajando entre los mundos y socorriendo a quien lo necesita.
–Puedes dejar que termine de hablar –Katherine comenta frunciendo el ceño.
–Gracias, Katherine. Como les decía –Aiden continúa–, los rebeldes me pidieron ayuda para desmantelar a SehzCorp.
–¿SehzCorp? –Diego pregunta entrecerrando los ojos–, nunca había escuchado hablar de ella.
–Es la organización que gobierna Duin –Aiden responde cansado de las interrupciones–, lleva años haciendo lo mismo, pero acaba de lanzar al mercado una nueva droga. Esa nueva droga hace que quien la consuma se convierta en un ente sin voluntad. En pocas palabras SehzCorp está tomando el control mental de los habitantes de Duin.
–¿Controlan la mente de las personas que consumen la droga? –Katherine pregunta sorprendida.
–¡Exacto! –Aiden exclama orgulloso de Katherine–. Mi trabajo era terminar con esa organización, pero no tenía idea de lo grande que es ni de lo inmersa que se encuentra en la sociedad.
–¿Qué hace esa organización? –Diego pregunta mostrando interés en el tema.
–Hace de todo. Todo lo que hay en Duin fue creado, construido y distribuido por SehzCorp –Aiden responde seriamente–, produce medicinas, alimentos, bebidas… Fabrica coches, aviones, helicópteros, todo tipo de equipos electrodomésticos. Tiene una rama especializada en ciborgs. También hacen ropa y todo tipo de armas. Es la compañía encargada de las construcciones de la ciudad y hasta tiene estadios clandestinos en los que las personas luchan para sobrevivir.
–¿Cómo es Duin? –Katherine pregunta con curiosidad.
–Acompáñenme y véanlo ustedes mismos –Aiden invita al mismo tiempo que hace aparecer un nuevo portal.
Diego decidido, camina hacia el portal y sin dudarlo lo atraviesa, desapareciendo de su casa. Katherine voltea a ver a Aiden, quien asiente levemente con la cabeza. Sin decir nada, atraviesa el portal dejando solo a su amigo en el hall. Aiden, con una sonrisa en el rostro sigue a sus compañeros a través del portal, dejando atrás la Tierra.
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© Diego Diz Rodríguez
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