Skandar esta dentro del cuarto futurista en el cual comenzó todo, desde ahí pudo observar todos los eventos y al finalizar el último apaga los televisores, guarda silencio y se deja caer en uno de los sillones. Siente en su interior dos emociones intensas: tristeza por la muerte de Thía y emoción porque el plan el cual llevan preparando mucho tiempo se encuentra cerca de cumplirse.
Los primeros en regresar al centro de mando fueron Aiden y Sholtho. Los dos entran a la habitación sonrientes y con las invitaciones en mano, al ver la cara de su líder, Sholtho se detiene y toda la emoción se esfuma de su cuerpo.
–¿Por qué tienes esa cara? – Sholtho pregunta–. ¿Pasó algo malo?
Skandar voltea a ver a su amigo y asiente con la cabeza, espera un par de segundos y finalmente dice:
–Thía no pasó la prueba…
Sholtho siente que las piernas le flaquean y Aiden al ver eso lo toma del brazo, juntos caminan hacia uno de los sillones y los dos se dejan caer.
–Todos sabíamos que existía ese riesgo, pero nunca pensé que fuera ella la que… –Sholtho comienza a decir, pero no pudo terminar la frase porque se le corto la voz.
Skandar iba a decir algo más, pero la puerta se volvió a abrir, en esta ocasión, Katherine entro sola, camina arrastrando los pies, sus ojos se encuentran hinchados y rojizos, sin animo, se deja caer en el sillón, a un lado de Skandar.
–Khaz pagará por lo que hizo –Katherine menciona enojada.
–No le sigas dando vueltas a eso, no vale la pena –Skandar responde con voz autoritaria–. Ella conocía los riesgos y no dejaré que una venganza personal eche a perder toda la misión.
El silencio se dueña del cuarto, Aiden le lanza miradas conciliadoras a su amiga. Sholtho clava la mirada en el techo y Skandar fija la mirada en la puerta, esperando la llegada del resto del equipo. Los minutos transcurren y nadie se anima a hablar hasta que finalmente la puerta de abre y la atraviesan Jacqueline y Diego.
–¿Qué pasó con esa alegría? –Diego pregunta al notar el ambiente del lugar–, parece que alguien murió.
–Tienes que aprender a leer el entorno –Jacqueline le reclama en voz baja.
–Thía no salió de la arena –Katherine contesta en voz baja mientras una lagrima le recorre la mejilla.
–¿Cómo murió? –Diego pregunta mientras camina hacia ellos.
–¡Diego! –Aiden exclama molesto–. ¡Esas cosas no se preguntan!
–Bueno, bueno y ¿qué paso con la píldora que tenía ella? –Diego continúa preguntando.
Jacqueline le da un fuerte empujón por la espalda que hace que pierda el equilibrio y se caiga al piso.
–No puedo creer que eso sea lo que estas pensando –Jacqueline comenta enfadada.
–No es que no me importe o me afecte la muerte de Thía, pero si no mal recuerdo ella es la que guardaba la píldora y si se perdió, ¿cómo llevarán a cabo la segunda parte de su plan? –Diego responde mientras se levanta y se sacude el polvo de su ropa–. Además, ¿no fue Skandar quien dijo que su equipo será el encargado de tomar el control de la compañía?
–Ahora nosotros ya también somos parte de ese equipo –Katherine interrumpe a su maestro–, nosotros también iremos a la cena y los ayudaremos a terminar con todo esto.
–Muchas gracias, Katherine, pero nuestro acuerdo solo cubre la parte de los eventos –Skandar comenta mientras se levanta del sillón y camina hacia la mesa central.
–Queremos ayudarte –Aiden comenta seguro de si mismo–, entre más seamos, mejores oportunidades tendremos de tener éxito en la misión.
–Además, creo que nunca hemos rechazado una comida gratis –Diego agrega guiñándole un ojo a Aiden.
Sholtho, Jacqueline y Skandar intercambian miradas y al final el líder termina asintiendo con la cabeza, lleva su mano al bolsillo de su pantalón y saca un pequeño frasco de vidrio, se lo lanza a Diego y el lo cacha sin mucho esfuerzo. Le hecha un rápido vistazo y la deja sobre la mesa con indiferencia.
–Ahí tienes otra pastilla –Skandar comenta en voz baja–. La cena será hoy mismo, justo al anochecer por lo que tendrán que llegar al edificio en menos de una hora. No se preocupen por la ropa, claramente nosotros se las proporcionaremos e irán acompañados por los otros ganadores.
–¿Eso quiere decir que tendré que ir con Khaz? –Katherine pregunta entre enojada y sorprendida.
–Esas son las reglas– Sholtho responde levantando los hombros.
–Empecemos por lo importante –Diego interrumpe levantando las manos–. ¿Qué es lo que servirán de cenar?
–¡Eres imposible! –Katherine comenta en lo que se levanta y camina siguiendo los pasos de Skandar.
–El evento transcurrirá en el piso setenta y cinco del edificio, nadie sabe cómo es el interior de aquel lugar, ni cuanta seguridad haya –Skandar comienza a explicar–, solamente tendrán acceso los poseedores de la tarjeta dorada y no podemos meter ningún tipo de arma. Ignoro como sea el acomodo del lugar o cuantos invitados asistan.
–¡Me sorprende que tengas tanta información al respecto! –Diego comenta de manera sarcástica–, deja de darle tantas vuelta y enséñanos a quien tenemos que darle la pastilla.
Skandar suelta un largo y sonoro suspiro, teclea una serie de datos en una de las computadoras y en la mesa central aparece un busto realista de un señor algo mayor, su pelo es completamente blanco e impecable, posee una larga y fina nariz y bajo ella se observa un bigote inglés, también blanco, sobre uno de sus ojos de color azul descansa un monóculo sus labios cerrados trazan una larga y fina línea.
–Él es François de la Porte, dueño de SehzCorp, como ganadores de los eventos, él les dará personalmente la bienvenida al salón, también se les unirán todos los directores de la compañía.
Al terminar de decir aquella frase, la imagen de Françoise de la Port fue sustituida por la imagen de once personas, seis mujeres y cinco hombres, todos vestidos en traje negro de manera impecable.
–Estos son los directores que estarán con ustedes, solo hay dos personas dignas de mención: Frederick Berrycloth y Mirjan Van Ewen. Si por alguna razón les resulta inaccesible el dueño, ellos dos son los siguientes objetivos.
–Que nombres tan elegantes –Diego exclama de manera sarcástica–. ¿Y ellos quienes son?
–Son la mano derecha de Françoise de la Porte –Skandar responde de inmediato.
–En pocas palabras: tenemos una cena y tres objetivos –Diego resume–, yo no necesito nada más.
–Si todo esta claro y no tienen más dudas, alístense para la cena –Skandar ordena.
Todos los presentes asienten con la cabeza al unísono, Sholtho comienza a caminar, seguido por Aiden y Diego hacia una puerta que se encuentra al fondo de la habitación mientras que Jacqueline y Katherine se dirigen a la puerta que tienen a su izquierda. De nuevo reina la calma dentro de aquella habitación y Skandar la aprovecha para colocar sobre la mesa central otros cuatro frascos de vidrio junto al de Diego. Cada uno de los frascos contiene una sola pastilla.
Tras un breve periodo de tiempo, la puerta del fondo se abre y los tres hombres salen vestidos de manera elegante, Sholtho lleva puesto un traje de doble botón de color gris Oxford y un sobrero de ala corta adorna su cabeza, Aiden un traje de tres botones de color negro, una camisa blanca y una corbata azul marina, mientras que Diego viste un esmoquin negro rematado con un moño del mismo color.
–Creo que nunca había utilizado algo tan elegante –Diego comenta presumiendo su nuevo traje–, esta será una misión con clase.
–Me incomoda esta ropa –Sholtho se queja mientras intenta estirar su ropa.
–No la usaras por mucho tiempo, Sholtho– Skandar comenta restándole importancia al asunto.
La puerta lateral se abre, interrumpiendo la platica, Jacqueline y Katherine salen por ella. La primera lleva puesto un vestido mullet de color morado, con los hombros descubiertos y en sus pies unos tacones cerrados con pulsera de color plata, mientras que Katherine lleva un vestido de cintura alta de color azul oscuro, la parte superior se encuentra ceñida al cuerpo mientras que la parte inferior es holgada y cae hasta la rodilla, unos zapatos de tacón alto de color negro cubren parcialmente sus pies.
–Se ven muy guapas las dos –Aiden menciona al instante.
–A mi se me hace raro verlos de esa forma –Katherine comenta tras mirarlos detenidamente–, es un cambio agradable.
–Ahora que todos se encuentran listos, procedamos con la misión –Skandar comenta con voz autoritaria–. Yo seré quien los lleve al edificio de SehzCorp, una vez dentro del edificio estarán solos.
–Si, si, si –Diego interrumpe– estaremos solos y nadie conoce el interior del edificio. ¿Podemos irnos de una vez?
–Un momento, Diego. ¿No será sospechoso que lleguemos todos juntos? –Aiden pregunta rápidamente.
–Tengo tres vehículos esperándolos en la calle– Skandar responde mientras camina hacia la salida del centro de mando–. Cada coche saldrá con un pequeño margen de diferencia. Sholtho y tú irán en el primero, Katheirne en el segundo, el cual será conducido por mi y Jacqueline y Diego se subirán en el último coche.
Al terminar de explicar los pasos a seguir, Skandar abre la puerta del cuarto y la traspasa, el resto sigue sus pasos y al salir ven a tres coches de diferente color con las puertas traseras abiertas. Siguiendo las instrucciones de Skandar, Aiden y su compañero ingresan en el coche de color blanco perlado, una vez cerradas las puertas, éste arranca y comienza a moverse por las calles de Duin.
–Katherine, ya puedes subir al coche –Skandar menciona desde el interior del vehículo color azul marino.
Ella obedece, se despide de Diego y de Jacqueline con un leve movimiento de mano e ingresa al coche sin decir nada, después de cerrar la puerta el vehículo comienza a moverse, siguiendo la ruta del coche blanco.
–¿Cuánto tiempo crees conveniente esperar? –Diego pregunta viendo como el coche azul gira hacia la izquierda.
–Yo creo que ya podemos subir al coche –Jacqueline responde mientras comienza a caminar hacia él.
Diego la sigue y los dos ingresan al vehículo de color negro, con un suave rugido, el chofer lo enciende y rápidamente se pone en marcha, siguiendo la ruta que momentos antes tomaron sus compañeros.
Llegaron a la calle en la que se encuentra la torre SehzCorp en poco tiempo ya que la distancia que los separaba era poca, Skandar estaba abriendo la puerta trasera del coche cuando el coche negro llegó. Katherine se baja del vehículo y centenares de luces que provienen de cámaras la ciegan momentáneamente. Se talla rápidamente los ojos y busca con la mirada a su “pareja”, para su mala suerte Khaz camina hacia ella sobre la larga alfombra roja que lleva directo a las puertas del edificio. Khaz se encuentra vestido con un traje simple de color negro, camisa blanca y sin corbata.
–Hola linda –Khaz saluda con una voz rasposa mientras estira le intenta tomar la mano.
–Tócame y te juro que será lo último que harás –Katherine amenaza con voz gélida.
–¿Qué pasa, linda? –Khaz pregunta divertido–. ¿No te gustó lo que le hice a tu compañera?
Katherine siente como su cuerpo se comienza a tensar, forma un puño con su mano, pero antes de que pudiera dar el golpe, Aiden y Sholtho se acercan a ellos.
–Mucho gusto, nosotros somos Aiden y Sholtho, los ganadores de la batalla robótica –Aiden comenta mientras le estrecha la mano a Katherine.
–¡Vaya, vaya! –Diego grita desde la distancia–, veo que tenemos una pequeña reunión aquí.
Jacqueline voltea los ojos, le da un leve codazo a su compañero y le susurra algo al oído. Él asiente con la cabeza algo apenado, levanta la mano y saluda a las cientos de personas que se encuentran a las orillas de la alfombra, después de una breve sesión fotográfica, la pareja se reúne con el resto de los ganadores.
–Bienvenidos, gusto en conocerlos –Aiden saluda a los recién llegados.
–Al contrario, señor –Diego responde tratando de ocultar una sonrisa–, el gusto es todo mío.
Un par de guardias vestidos de negro se acercan al grupo de personas interrumpiendo su conversación. Con un gesto de la mano, el guardia les indica que los siguiera a través de las grandes puertas del edificio. El interior muestra una elegancia rara en Duin, el piso y las paredes son de mármol blanco, del techo cuelgan un par de candelabros con brillantes cristales, en ambos lados del lobby se aprecian varios sillones de piel y un par de mesas de cristal, al centro del lugar hay una fuente circular y sobre ella se aprecia una estatua del dueño. Al final se ve un escritorio con dos recepcionistas sentados en un par de sillas y detrás de ellos un solo elevador.
Los seis ganadores caminan hacia el escritorio, rodeando la fuente y se frenan frente a los recepcionistas, ellos sin levantar la vista de las pantallas en las que trabajan les indican que pasaran hacia el elevador.
–¡Gracias! –Aiden comenta de manera amable antes de continuar con el camino.
Las puertas del elevador se abren justo cuando llegan y todos ingresan a él. No se aprecia ningún botón en el interior, pero éste comienza a subir de manera veloz y en automático hasta el piso setenta y cinco. Al llegar, las puertas del elevador se abren y revelan un enorme espacio, el piso también es de mármol, pero de color negro. Todas las paredes tienen ventanas las cuales se encuentran semicubiertas por cortinas elegantes de tela de color blanco con retoques en beige y cuadros al óleo. Del centro del cuarto cuelga una gran lámpara la cual posee un centenar de focos y un millar de pequeños cristales, por toda la sala se aprecian pequeñas mesas circulares cubiertas por largos manteles de color hueso, cada mesa posee seis juegos de platos y cubiertos, un bowl de vidrio lleno de flores exóticas como centro de mesa y todo eso rodeado por seis sillas color caoba.
–Esto pinta bien –Diego comenta mientras comienza a caminar entre las mesas–, espero no tardemos mucho en comer porque tengo algo de hambre.
–¡Eres incorregible! –Katherine exclama sonriendo.
–¿Ustedes se conocen? –Khaz pregunta confundido.
–Mira, amigo. Estamos aquí en una misión así que haz el favor de no entrometerte –Aiden comenta interponiéndose entre Katherine y Khaz.
Antes de que el bárbaro respondiera, las puertas del elevador se abren de nuevo y cinco personas vestidas de manera impecable salen de él.
–Ahí están Frederick y Mirjan –Diego le susurra a Jacqueline–, acompañados por otras personas.
–Siempre mencionando lo obvio –Jacqueline contesta esbozando una sonrisa.
–Les doy la bienvenida a la cena del aniversario de SehzCorp – Frederick Berrycloth dice mientras le estrecha la mano a Aiden–, antes que nada, permítanme felicitarlos por su excelente desempeño durante los juegos. Mi nombre es Frederick Berrycloth, a mi derecha se encuentra Mirjan Van Ewen y Ronald Kane. A mi izquierda tengo a Chase Parker y Hayley Thompson.
Todos los presentes intercambian cordiales saludos cuando de la parte posterior de la sala se materializan diez hombres vestidos con una camia blanca de manga larga, un corbatín al cuello y pantalones de pinza de color negro con bandejas en la mano. Los meseros caminan hacia los directivos y los ganadores y les ofrecen diferentes tipos de bebidas y canapés.
–No quiero sonar grosera ni dar una mala impresión –Diego comenta después de darle un largo trago a la champagne–. Pero ¿no hay muchas mesas para solo nosotros once?
–Los demás invitados se nos unirán en breve – Frederick Berrycloth responde de manera despectiva–, sus lugares se encuentran en la mesa siete.
Tras ese comentario, los ejecutivos se apartan y caminan hacia una de las mesas del fondo, Katherine ve como todos se sientan y comienzan a platicar entre ellos.
–¿Nos vamos a la mesa? –Aiden pregunta tras una breve pausa.
–Pero aquí hay comida –Diego responde antes de comer una tostada con jamón serrano, rúcula y asadillo de pimientos.
Tanto Katherine como Jacqueline dan media vuelta y juntas caminan entre las mesas tratando de encontrar la suya, después de un rápido vistazo se dan cuenta de que están acomodadas de manera ascendente y finalmente la encuentran sin demasiados problemas.
–Te vemos en la mesa –Aiden le dice a su amigo.
Diego asiente con la cabeza y sin contestarle, agarra una pequeña albóndiga de pollo rellena de queso, a su lado se encuentra Khaz, e igual que Diego, él come de todos los platos disponibles. Al terminar con la comida los dos toman una copa, la de Khaz es un Manhattan clásico y Diego un Martini seco. Los dos alzan la copa y le dan un pequeño trago, después de eso caminan hacia su mesa. Diego se sienta entre Aiden y Jacqueline mientras que Khaz ocupa un lugar entre Sholtho y Katherine.
–Espero que la comida este igual de rica que los canapés –Diego menciona en lo que coloca la servilleta de tela en su regazo.
–No se si debas comer y tomar lo que te ofrecen –Aiden comenta en voz baja sospechando de todos.
–Aiden tiene razón, no sabemos que método utilicen para hacernos tomar la pastilla –Sholtho apoya a su compañero.
–Eso se puede arreglar fácil –Diego dice confiado mientras saca de manera discreta el frasco de vidrio–. Tenemos seis pastillas, yo creo que podemos utilizar una para un rápido experimento.
Diego llama a uno de los meseros con charola y toma otras dos copas, las mismas de antes y sin que nadie se de cuenta, deja caer la pastilla en el manhattan de Khaz.
–¡A tu salud, amigo Khaz! –Diego comenta después de pasarle su copa.
Sin dudarlo ni un segundo, el bárbaro Khaz le da un largo trago a su bebida y al terminar regresa la copa a la mesa.
–¿Funcionó? –Jacqueline pregunta observando detenidamente al bárbaro.
–Solo hay una forma de asegurarnos –Aiden menciona–. Khaz, ve a la mesa de los directivos y toma un pan de su mesa.
–¿Por qué haría yo algo así? –Khaz pregunta confundido–, tenemos pan en nuestra mesa.
–Vaya, lastima que eso no resulto –Jacqueline comenta decepcionada.
–¡Claro que funcionó! –Diego exclama satisfecho–, ahora sabemos que podemos tomar y comer sin miedo.
–Lo que lograste es perder una de las pastillas –Aiden comenta mientras niega con la cabeza de manera desaprobatoria.
–Tú y tu manía de ver lo aburrido a todo –Diego asegura de mal humor–. Sígueme Khaz, ignoremos al señor amargado y vamos por mas comida.
–Claro, Diego. Ignorare a Aiden e iremos por más comida –Khaz dice con voz monótona.
–¡Vaya, vaya! –Diego exclama esbozando una amplia sonrisa–, con que desperdicié una pastilla, ¿no? La verdad no se que es lo que harían sin mi.
–Con que así es como funciona –Sholtho comenta maravillado.
–Esperemos que no hayan puesto nada en lo que ya tomaste, Diego –Jacqueline menciona preocupada.
–Khaz, toma asiento y actúa con normalidad–Diego pide con normalidad–, no creo que todas las bebidas se encuentren alteradas y menos desde el principio.
Khaz regresa a su silla y se sienta, acto seguido, la puerta del elevador se vuelve a abrir y en esta ocasión sale François de la Porte acompañado de una hermosa mujer notablemente más joven que él. Los dos caminan entre las mesas sin saludar a nadie y toman asiento en la mesa más elegante de todas, además es la única mesa que solo es para dos personas.
–Las tres personas que nos interesan ya están en la sala –Katherine verbaliza lo que todos pensaron.
–Esperaremos a que el lugar se encuentre más concurrido y la cena haya comenzado –Aiden expone rápidamente.
Unos instantes después de que el dueño del lugar se sentara, da comienzo al desfile de personas que no paran de salir del elevador, todos los invitados se encuentran vestidos de manera impecable, los hombres con trajes de diferentes colores y uno que otro con frac negro. Por otro lado, las mujeres llevan puesto todo tipo de vestidos de una infinidad de colores. Poco a poco el salón se fue llenando hasta estar a rebosar y un continuo murmullo empieza a adueñarse del ambiente. Las personas comienzan a tomar asiento y dentro de poco todos se encuentran en su lugar, esperando a que el banquete inicie.
A lo lejos se empieza a escuchar un leve sonido producido por una copa de vidrio al ser golpeada por una cuchara metálica y las personas comienzan a guardar silencio.
–Antes que nada, me gustaría agradecerles por su compañía, espero que la cena sea de su agrado –François de la Porte comienza a decir cuando se hizo el silencio–. En segundo lugar, les pido a todos un fuerte aplauso para los ganadores de los eventos.
Un haz de luz ilumina la mesa en la que se encuentran los seis ganadores y ellos se levantan al mismo tiempo saludando con una sonrisa forzada mientras son bañados en aplausos, estos se empiezan a apagar poco a poco y de nuevo reina el silencio.
–¡Qué el banquete comience! –François de la Porte comenta alzando sus manos.
Al instante una veintena de meseros se materializan por todo el salón y comienzan a servir la comida, de primer plato les sirven un carpaccio de fellon al limón y una ensalada con granada y pétalos de graslin.
–¿Esto qué es? –Diego pregunta viendo de manera sospechosa los platos.
–El carpaccio es de un pescado extremadamente raro y los pétalos son de una flor que crece en ciertas cuevas –Aiden responde antes de empezar a comer–, se ve que el señor François no escatimo nada en esta cena.
Todos comienzan a comer en silencio, degustando la comida llena de nuevos sabores. Una vez terminado el primer plato, los meseros retiran los platos y los cubiertos que se habían utilizado y sirven un solomillo de birnn bañado en salsa de cebolla y manzana, acompañado de gajos de papa.
–¿Aiden? –Diego pregunta señalando a su plato.
–Es carne, Diego –Aiden responde con un resoplido– el birnn es un animal similar a la vaca.
–¿Cuándo consideran adecuado pasar a la acción? –Sholtho pregunta mientras lanza miradas indiscretas hacia la mesa del dueño.
–Nos quedan cinco pastillas –Aiden resume rápidamente–, podemos utilizar dos con Françoise, si eso falla, intentamos abordar a sus manos derecha y reservamos una pastilla en caso de que todo falle.
–¿Quién se anima a ir primero? –Katherine pregunta mirando a sus compañeros–, lo digo porque quien logre hacerlo tomar la pastilla será quien lo controle.
–Yo gaste mi pastilla en aquel individuo –Diego dice molesto–, así que depende de ustedes.
–Con gusto puedes usar mi pastilla –Sholtho se ofrece–, yo soy una persona introvertida y me pongo nervioso a la hora de interactuar con otras personas.
–¡Yo voy primero! –Katherine se ofrece como voluntaria–, pero antes necesito un par de bebidas.
Diego llama a un mesero, el cuál se acerca a ellos de inmediato y espera pacientemente a que realizaran el pedido.
–Me podría traer un par de copas de champagne –Katherine pide de manera educada.
El mesero asiente con la cabeza y se retira de la mesa, Diego voltea a verla con cara de sorpresa y los demás esbozan una sonrisa.
–¿Ese es tu plan? –Diego pregunta sin cambiar su cara–. ¿Ir con él y ofrecerle una bebida?
–A veces los planes más sencillos son los que dan resultados positivos –Jacqueline comenta defendiendo a la idea de Katherine.
El mesero interrumpe la platica y deja con delicadeza las dos copas frente a Katherine, les pregunta a los demás si desean alguna otra cosa y al obtener una respuesta negativa, se retira de la mesa. Sin perder el tiempo, Katherine saca el pequeño frasco de vidrio de la bolsa que lleva y deja caer la pastilla en uno de los vasos, espera un par de segundos a que se disuelva y con una sonrisa en el rostro se levanta de su lugar y camina entre las mesas hacia el señor Françoise.
–Buenas noches, señor –Katherine comenta en tono amable–, vengo a brindar con usted para agradecerle tan magnifica cena.
–Muchas gracias, señorita Katherine, pero me temo que tendré que rechazar su oferta –Françoise de la Porte comenta ignorando la copa que se encuentra frente a él–. Por medidas de seguridad siempre tomo de mi propia copa.
El dueño del lugar estira su mano y toma con delicadeza su copa, la alza y mira a los ojos de Katherine, ella tratando de ocultar su decepción, imita los movimientos de Françoise y ambos le dan un largo trago a sus bebidas.
–Espero que encuentre los alimentos agradables, señorita Katherine –Françoise de la Port comenta a modo de despedida.
Ella asiente con la cabeza, da media vuelta y regresa a su lugar, dejándose caer en la silla. Diego voltea a verla y niega con la cabeza.
–Solamente toma de su propia copa –Katherine comenta molesta mientras coloca las bebidas sobre la mesa.
–Que nadie vaya a tomar el contenido de esta copa –Aiden advierte mientras mueve la copa hacia el centro de la mesa–, no fue mala idea, pero por lo visto el señor de la Porte es más cuidadoso de lo que pensábamos.
–Déjenme intentar otra cosa –Jacqueline comenta en lo que se levanta de su silla y comienza a caminar hacia la mesa de los directores.
Ella desde lejos se da cuenta que los ojos de Frederick se encuentran fijos en ella y recorren su cuerpo, ella, satisfecha, esboza una sonrisa. Cuando llega a la mesa de los directivos, Frederick se levanta de su silla y saluda a Jacqueline con un beso en la mejilla, la invita a sentarse a su lado y ella accede.
–He notado que le cuesta apartar su mirada de mi, señor Berrycloth –Jacqueline dice una vez sentada.
–Por favor dime Frederick y en defensa a su acusación previa. Me es difícil no apreciar a la mujer más guapa del lugar.
Jacqueline esboza una sonrisa seductora y fingiendo molestia comenta:
–Tengo la garganta un poco seca. ¿Qué me recomienda tomar?
Frederick Berrycloth llama a un mesero sin apartar la mirada de Jacqueline y cuando uno llega a su lado lo voltea a verlo y pide en voz baja una bebida, Jacqueline aprovecha esa fracción de segundos y mete la pastilla en la copa del señor Berrycloth.
–Y dime, Jacqueline. ¿Cómo es que llegaste a ser una conductora tan hábil?
–Comencé desde pequeña, mi papá me ayudó a construir mi primer vehículo de carreras y desde ese momento me dedique a correr –Jacqueline comienza a contar esperando que el mesero regrese pronto con sus bebidas.
–Supongo que su padre estará muy orgulloso después de verla competir el día de hoy – Frederick dice mientras rodea con su brazo la espalda de Jacqueline.
–Mi padre falleció hace un par de años –Jacqueline contesta visiblemente incomoda,
–¿Le retiro su copa? –el mesero interrumpe la plática después de dejar dos nuevas bebidas sobre la mesa.
–¡Llévesela!
El mesero asiente con la cabeza y Jacqueline ve con enojo como se llevan la copa en la que había depositado la pastilla.
–¡Por la mejor piloto de todos los tiempos! – Frederick comenta mientras alza la copa.
Jacqueline hace lo mismo que el y los dos le dan un pequeño trago, momentos después ella se levanta de la silla, se despide del señor Berrycloth no sin antes prometerle un baile juntos y camina decepcionada hacia su mesa, se sienta sin hacer ningún comentario. Al sentir las miradas inquisitivas de sus amigos ella niega con la cabeza.
–Nunca había hecho algo así –Jacqueline comenta asqueada–, y lo peor de todo es que no funcionó.
–Nos quedan tres pastillas –Aiden comenta en lo que se incorpora–, llego la hora de mi turno.
–Esto se esta volviendo bastante aburrido –Diego comenta en lo que aleja el plato vacío y le hace una seña a su amigo para que se sentara–, les voy a enseñar como se hace.
Se levanta de su silla y camina hacia la espalda de Khaz, le susurra algo al oído y sin decir otra palabra se aleja de la mesa caminando sin prisa hacia el lugar de Françoise de la Port. A pocos metros de distancia, sin que nadie lo viera, hace que un mesero se tropiece y vuelque todos los postres sobre una mesa, cayéndoles a par de personas y ensuciándolas por completo. Al otro extremo del salón, Khaz, siguiendo la orden que momentos antes había recibido se incorpora e intenta golpear a Katherine. Ella se hace para atrás con todo y silla, esquiva el golpe, pero con la silla empuja a otro mesero el cual se encuentra sirviendo el postre en la mesa de atrás ocasionando otro pequeño escándalo.
Katherine se levanta de la silla enfadada y comienza a golpear a Khaz, quien hace todo lo posible para esquivar sus golpes, Aiden analiza rápidamente el salón y entiende al instante los planes de su amigo y comienza a arrojar platos por el lugar sumándose al desorden. Dentro de pocos segundos el caos se adueño del lugar, las personas se empujaban entre ellas, los platos vuelan por doquier y algunas personas recurren a los golpes. Diego aprovecha aquel momento y se acerca velozmente a Françoise de la Port quien intenta controlar el caos. Para sorpresa del dueño del lugar ve como Diego saca la píldora, él intenta advertirle a su pareja, pero cuando abre la boca, Diego le mete la pastilla a la fuerza y lo agarra de la espalda con fuerza mientras que con la otra mano le tapa la nariz y le mantiene la boca cerrada.
–Trague mi querido señor elegante, trague su propia pastilla para que vea lo que se siente.
Françoise de la porte trata de resistir y forcejear dándole codazos a su captor, pero Diego no afloja su agarre y al final, el dueño traga la pastilla.
–Muy bien, ahora lo voy a soltar, quiero que se saque a todas las personas del salón y espere sentado a mi siguiente instrucción.
–¡Basta! –Françoise de la Port grita enojado sobre el ruido del lugar–. ¡Todo el mundo fuera de aquí!
Al momento todas las personas se frenan menos Katherine la cual seguía forcejeando entre los brazos de Aiden y proceden hacia la salida. En pocos minutos el lugar quedo vacío salvo por los seis ganadores y François de la Port quien después de gritar se había sentado de nuevo. Al ver eso, Katherine se tranquiliza y todos menos Khaz caminan sorprendidos hacia la mesa en la que se encuentra Diego.
–Vaya manera de hacer el trabajo –Sholtho comenta sorprendido–. Poco ortodoxa, pero eficaz.
–Me gustaría conocer tus planes antes de ser victima de uno de ellos– Katherine comenta entre molesta y divertida.
–Me sorprende mucho como siempre te salen bien las cosas –Jacqueline dice mientras ve al dueño de la compañía.
–¿Qué hacemos ahora? –Diego pregunta orgulloso de si mismo.
–¡Puedes hacer lo que quieras! –Sholtho menciona emocionado–, controlas a la persona más poderosa de todo Duin.
–Señor de la Port –Diego dice después de un breve momento–. Desde este momento y en adelante obedecerá cualquier cosa que Jacqueline le ordene.
–¿Por qué hiciste eso? –Jacqueline pregunta sorprendida.
–Porque nuestro tiempo en Duin terminó y creo que esa es la manera de Diego de decir que confía plenamente en ti –Aiden explica esbozando una sonrisa.
–¡Muchas gracias por toda su ayuda! –Jacqueline dice de manera seria–, no defraudare su confianza.
–Bueno, bueno –Diego interrumpe mientras hace aparecer un portar detrás de ellos–, no se me dan bien las despedidas ni los momentos emotivos, así que…
Antes de terminar su frase da un salto hacia el círculo de luz y desaparece, dejando atrás a los demás. Aiden esboza una gran sonrisa y se despide con un abrazo afectuoso de Sholtho y de Jacqueline.
–Si necesitan cualquier cosa, no duden en contactarnos –Aiden menciona antes de atravesar el portal.
–Jacqueline, ¿te puedo preguntar algo? –Katherine pregunta después de que Aiden pasara por el portal.
–Dime, Katherine, ¿qué duda tienes?
–¿Por qué cambió tu actitud con Diego?
Ella esboza una sonrisa y después de meditar sobre la respuesta dice:
–A pesar de sus respuestas infantiles y falta de sentido común, con el tiempo percibí a una persona bondadosa.
Katherine, satisfecha con la respuesta se despide de sus dos amigos y salta hacia el portal, siguiendo los pasos de Aiden, dejando a Duin bajo el mandato de una persona justa y confiable.
FIN
© Diego Diz Rodríguez
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